La vida en pareja, una de las etapas
que presentan mayor importancia en la vida de las personas, esto exige
coordinar una opción infinita de sentimientos y emociones. Lo anterior conforma
algo esencial conocida como la convivencia, puesto que determinan la
comunicación, la diversión, los proyectos y sin lugar a dudas lo que conforma
le llamada “Relación”. Cada pareja las experimenta de manera única e individual
y a través de estos momentos construyen su propia realidad emocional.
Todo aquello que llamamos momentos o situaciones
cotidianas en pareja plantean un proceso constante de toma de decisiones, de
hecho, son motivadas por las emociones, pues éstas son la energía y la química cerebral
que nos estimula y nos ayuda a amar, a disfrutar, a crecer, a trabajar, es
decir, a generar un sentido para crear ilusiones y sueños.
Las parejas que tienen un conocimiento
de la educación emocional y empatía asumen las diferentes etapas por las que se
atraviesa una relación tratando de usar de la mejor manera los recursos
necesarios para ser flexibles y enfrentar los cambios. Desarrollan la capacidad
de aceptar y dejarse vivir las sensaciones confusas y tensiones, para de esta
manera aprender a cómo manejarlas adecuadamente, lo que se traduce en un
aprendizaje significativo tanto pa el como para ella.
La relación de pareja pide que se lleve
a cabo de manera delicada un compensación o equilibrio de los roles y de las conductas de
sus dos miembros se entiende que se requiere de esfuerzo, amor y compromiso. De
ambas partes para poder llegar a ser ambos educados emocionalmente hablando.
Según López (2011) para aprender a saber
manejar las emociones deberemos tener en cuenta lo siguiente:
1. Aprender a aceptar que en
las relaciones de pareja siempre habrá una dosis desacuerdos y divergencias.
Esto es normal, porque cada uno es diferente y tiene historias de vidas únicas
y particulares. Entenderlo hace más fácil la convivencia.
2. Expresar y comprender los sentimientos propios y de
la pareja es una habilidad que podemos desarrollar. Se trata de aprender
a expresar de manera positiva emociones diferentes como alegría, tristeza,
enojo, o temor y entender que cada uno tiene una manera diferente y particular
de hacerlo.
3. Muchos conflictos de las parejas
se deben a reacciones emocionales. Es importante identificar qué actitudes del otro las provocan y evaluar estas
reacciones cuando algo nos molesta. Controlar las
emociones propias del momento especialmente cuando se presenta un conflicto o
desavenencia, es un gran desafío para una buena relación. Aunque parezca una
frase de cajón, en las situaciones cotidianas de tensión es necesario pensar
antes de actuar.
4. Las emociones
se desbordan especialmente cuando hay roces en la relación. Por eso es preciso
reconocerlos y afrontarlos a tiempo para evitar que las situaciones se vuelvan
inmanejables; en lugar de huir de las cosas que generan disgusto, hay que
trabajar para superarlas.
5. Cuando hay discusiones los miembros de
la pareja se pueden sentir atacados, criticados o agredidos. Cuando esto
ocurra es importante evitar las
escaladas emocionales de rabia, apatía o agresión. Tener actos reparadores,
pedir disculpas, manifestar confianza en el otro.
6. Es imposible
evitar las situaciones problemáticas de la pareja, por lo tanto es importante
que se enfrente a estas de un modo diferente. Por ejemplo piense que la
situación no es completamente inmanejable; convierta un problema en un desafío;
decida qué aspectos merecen su preocupación y cuáles pueden pasarse por alto.
7. Estar abierto
al diálogo es uno de los grandes amigos de la pareja. No dejar que los
sentimientos heridos se acumulen, evitar la crítica destructiva y reconocer los
errores propios. También es clave conversar, escuchar con atención, darle al otro la oportunidad de
expresar todas sus necesidades, hacer preguntas, expresarle aceptación, afecto
y aprobación.
8. En fin, cuando
la pareja logra gestionar con inteligencia este universo de emociones a las
cuales se enfrentan día a día, tiene mayores probabilidades de consolidarse y
construir un vínculo fuerte y gratificante para ambos. ( Diario La
Crónica del Quindío, citado por; López, 2011).
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